"La realidad es que el 75% del empleo en España lo generan las pymes, empresas que suponen el 65% del PIB. Esto significa que la clase política debe poner en marcha medidas potentes para que las pequeñas empresas sean más fuertes, innovadoras y modernas". Así explica Antonio Garamendi, presidente de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme), la relevancia de estas compañías en la economía de nuestro país, así como la importancia de fomentar su competitividad a través de políticas de apoyo.
- La pyme genera dos de cada tres empleos. Esta importancia, ¿es acorde al apoyo que recibe?
En teoría sí, aunque en la práctica creemos que hay muchos puntos de mejora en cuanto a efectos de industrialización, digitalización, reducción de costes... Por ejemplo, desde el punto de vista de cotizaciones sociales, éstas son en España un 30% más caras que en el resto de Europa. Por otro lado, tenemos también un problema legislativo: hace un par de años, se publicaron 170.000 páginas del BOE y 830.000 en los boletines de las comunidades autónomas, una cantidad de información que trae problemas a los empresarios y que rompe la unidad de mercado.
- Durante estos años, la pyme ha reforzado su músculo exportador?
España ha hecho muy bien los deberes. Éramos el sexto país exportador de Europa y ahora somos el segundo. De este modo, las empresas exportadoras han pasado de 47.000 a 147.000, y el porcentaje del PIB que corresponde a exportaciones ha crecido del 25 al 33%. Esto es lo que realmente nos ha dado competitividad. La realidad es que la crisis nos ha hecho coger la maleta: estamos en Europa, tenemos el 6% de Latinoamérica y casi el 6% de Estados Unidos.
- ¿Qué piden al nuevo Gobierno?
Por ejemplo, que se solucionen los problemas de impagos. De los créditos que se entregan, el 80% se destina a pagar esta morosidad. El informe que elaboramos desde Cepyme sobre este tema dice que las pequeñas empresas tienen enganchado un 10% de su facturación en morosidad. Esto conlleva que la compañía no pueda invertir en innovación, equipo o en su internacionalización, pero también hace que el empresario se pase el día pensando en cómo conseguir que le paguen, en lugar de vender. Una medida que sería fácil implantar es que las empresas que no pagaran no pudieran presentarse a los concursos públicos: ellas contabilizan, se descuentan el IVA y lo cargan a quien no paga. En España, esto es algo casi cultural, y hace que estemos financiando; somos los mayores banqueros de España.
- Las empresas grandes son un gran apoyo para la pymes. ¿Cómo se ayudan?
Creemos que es muy importante que haya organizaciones grandes y que sean tractoras de las pymes, como ocurre en Valencia con Renault o en Zaragoza con Opel. Tenemos que ir juntos, por ejemplo, en la internacionalización, para aprovechar el efecto del valor de la Marca España, que es reconocida mundialmente. Sin embargo, uno de los problemas que tenemos los españoles es que somos muy individualistas, y especialmente las pequeñas compañías y los empresarios.
- Uno de los grandes retos es la formación... ¿Qué queda por hacer?
La formación debe darse de abajo hasta arriba, cambiando los modelos hacia una educación más práctica. Aquí, un concepto clave es el de empleabilidad, ya que se debe estar en continua formación para ir adaptándose a los cambios. Creo -y lo digo con toda la lealtad- que la Administración no sabe nada sobre el tema y, en este asunto, los empresarios tenemos mucho que decir, aunque nos han dejado fuera.