El Instituto de Estudios Económicos presentó el pasado 1 de febrero, un informe sobre ‘Las consecuencias de la subida del salario mínimo en España’ realizado por José Luis Feito, presidente de dicha entidad. El documento de trabajo señala que el aumento del SMI (8%) y de las bases mínimas de cotización a la Seguridad Social (8%) ralentizará la creación de empleo a tiempo completo, fomentará la contratación temporal, promoverá la economía sumergida y elevará el paro estructural de los jóvenes y de los trabajadores menos cualificados. Pero muchos de estos efectos negativos serán anegados por la intensa creación de empleo que seguirá caracterizando la actual etapa de expansión económica y serán sólo palpablemente visibles en la siguiente etapa contractiva del ciclo económico.
El informe pone de manifiesto que aunque se pueda establecer por ley el salario mínimo, son las empresas las que determinan el número de personas que tendrán empleo a ese nivel salarial, así como la duración de la jornada o la modalidad de contratación temporal o indefinida de dicho empleo. Es por ello que el empleo tenderá a alcanzar el nivel en el cual su coste para las empresas iguale la contribución relativa de los trabajadores empleados a los ingresos de los mismos. Si el SMI en términos reales asciende hasta un determinado nivel, los más perjudicados serán los trabajadores empleados o parados cuya productividad sea inferior a dicho nivel y que tendrán un riesgo elevado de perder su empleo o de permanecer en el paro.
España cuenta con una tasa de paro estructural anormalmente alta en comparación con la mayoría de los países de la UE o de la OCDE. Una de las causas es la baja cualificación comparativa de los jóvenes y de algunos colectivos no tan jóvenes y a la elevada tasa de abandono escolar de nuestro país. El año pasado es el primero en que se registra una visible reducción de las tasas de abandono escolar, si bien continúan siendo un 80% superiores a las de dicho conjunto de países. También se debe a que la población inmigrante que trabaja en España tiene una proporción de trabajadores poco o muy poco cualificados superior a la que registran otros países avanzados de Europa.
Subiendo el salario mínimo no se consigue mejorar la calidad del empleo sino simplemente mantener en el paro a muchos trabajadores que podrían encontrar empleo en ausencia de dicha medida. Por otra parte, para crear trabajos de “calidad” lo primero que hay que hacer es crear empleo y no destruirlo, acelerar su crecimiento y no ralentizarlo. Lo segundo, mejorar el capital humano de los trabajadores mediante la educación y la formación profesional, y aumentar el capital físico y tecnológico mediante la inversión empresarial y la eficiencia en la asignación de recursos.
El nivel de los salarios reales de una sociedad sólo puede crecer cuando la calidad de su capital humano y su stock de capital físico crecen proporcionalmente más que su población activa y cuando la aplicación de los avances tecnológicos u otras mejoras de la eficiencia en la asignación de recursos aumenta la productividad total de sus factores productivos. Cualquier aparente atajo que se siga fuera de esas vías, y en España desafortunadamente hemos seguido muchos, termina inexorablemente en más desempleo, con la consiguiente descapitalización de los trabajadores afectados y, en última instancia, en menores avances de los salarios reales de los que se conseguirían acoplando la remuneración de los trabajadores a sus niveles de productividad en cada momento.