A falta de conocer la información detallada de los Presupuestos Generales del Estado de 2018 (PGE-2018), que se publicará los primeros días de abril, CEOE aboga por unas cuentas centradas en aumentar la inversión, la formación y la I+D+i, así como en la reducción del gasto público y en el incremento de la eficiencia del conjunto de las Administraciones Públicas. Igualmente, se han de asignar mayores partidas a inversiones productivas y a políticas generadoras de actividad, crecimiento y empleo. Sin embargo y por las informaciones vertidas en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, los PGE 2018 apuntan un claro sesgo de momento político, basados en un incremento del gasto apoyado en una sobreestimación de las previsiones de ingresos.
Se valora positivamente el compromiso del Gobierno con el cumplimiento de los objetivos de déficit público. El déficit público del conjunto de las Administraciones públicas (AA.PP.) cerró 2017 en el objetivo marcado, -3,1% del PIB en 2017, lo que nos acerca al objetivo que marca la UE para iniciar la salida del procedimiento del déficit excesivo (saldo presupuestario algo por debajo del -3% del PIB). El Gobierno estima que en 2018 el déficit público se situará en el -2,2% del PIB. El ajuste adicional necesario para este ejercicio parece un objetivo ambicioso, dada la desaceleración económica prevista por el Ejecutivo, la rebaja del IRPF y el aumento de algunas partidas de gasto relevantes, como las pensiones y el salario de los funcionarios.
Los PGE-2018 se basan en un entorno macroeconómico que muestra una moderación en la senda de recuperación para la economía española, en línea con las estimaciones del consenso de analistas españoles. La previsión del Gobierno apunta a un aumento del PIB del 2,7% en 2018. Asimismo, las perspectivas del mercado laboral para 2018, con una creación de empleo de 475.000 personas en términos EPA, son coherentes, al igual que la caída de la tasa de paro, que podrá alcanzar el 15% al final del año.
En un primer análisis y a falta de conocer la información detallada, se puede afirmar lo siguiente:
- Los PGE-2018 consolidan el cambio de orientación de la política presupuestaria de los últimos tres años, en donde se pone de manifiesto el sesgo expansivo en la vertiente de los gastos. El aumento de las transferencias a las CCAA, junto el incremento de las pensiones (mínimas, contributivas y de viudedad) y la senda de crecimiento pactada para los salarios del personal del sector público y otros colectivos, son una señal del fin del ajuste de la política presupuestaria. De hecho, el techo de gasto se incrementa un 1,3% hasta situarlo en los 119.834 miles de euros.
- En cuanto a los ingresos, se prevé una recaudación de 210.015 millones de euros, un 6% más que los 198.100 millones de recaudación real alcanzada en 2017. Esta tasa de crecimiento parece excesiva, ya que es muy superior al incremento estimado del PIB.
- Por impuestos se prevé que el IRPF ascenderá a 82.056 millones, un incremento del 6% con respecto a la recaudación de 2017, en el Impuesto sobre Sociedades la recaudación estimada es de 24.258 millones, un incremento del 6,5% sobre la recaudación de 2016 y, por último, se prevé que el IVA recaude un 5,6% más, alcanzando los 71.575 millones de euros. En cuanto a impuestos especiales, la recaudación prevista sería de 21.612 millones de euros, un 6,4% más que en 2017.
- El nivel de recaudación tributaria superaría por vez primera, de cumplirse las previsiones, el obtenido en 2007, año que marcó los máximos históricos de recaudación. En este sentido, las mejores cifras de recaudación deben ser aprovechadas, junto con la rebaja anunciada del IRPF, para acometer también bajadas de impuestos que afecten fundamentalmente al sector empresarial y favorezcan la inversión y creación de empleo, fortaleciendo y acelerando la recuperación económica. En concreto, sería el momento de
- revertir alguna de las medidas tomadas en los últimos años y que limitan la deducibilidad de ciertos gastos o la compensación de bases imponibles negativas.
- En los últimos años, las cifras reales de recaudación siempre se han quedado por debajo de la estimación del Gobierno. Es por ello que cualquier desviación a la baja que se produzca sobre las previsiones de recaudación debe ser compensada con reducciones de gasto y en ningún caso con subidas adicionales de impuestos, como ha sido habitual en los últimos ejercicios. En este ámbito cabe volver a subrayar la importancia de un marco fiscal estable y predecible, si España quiere ser un foco de atracción de inversión tanto nacional como extranjera.
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Todavía es pronto para la valorar el anuncio de aumento del gasto para I+D+i y de la inversión pública, según se ha comunicado. No obstante, la actividad empresarial y su esfuerzo inversor, aun citados en la rueda prensa como verdaderos motores de la recuperación, han sido los grandes olvidados en cuanto a las medidas anunciadas.