Según las proyecciones, el crecimiento económico mundial se reducirá del 3 % (cifra revisada a la baja) en 2018 al 2,9 % en 2019, en medio de crecientes riesgos adversos del panorama económico, según declaraciones del Banco Mundial. El comercio internacional y la actividad manufacturera se han atenuado, las tensiones comerciales siguen siendo altas y los mercados financieros de algunos de los grandes mercados emergentes han experimentado considerables presiones.
Según el informe Global Economic Prospects (Perspectivas económicas mundiales) de enero de 2019, se anticipa que el crecimiento de las economías avanzadas caerá al 2 % este año. Se prevé que la disminución de la demanda externa, el aumento del costo del endeudamiento y la persistente incertidumbre en materia de políticas influirán en las perspectivas de las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Cabe esperar que en 2019 el crecimiento de este grupo de países se mantenga estable en un 4,2 % (una tasa más baja de lo que se había previsto).
“A comienzos de 2018, la economía mundial avanzaba a toda marcha, pero perdió velocidad durante el año y el viaje podría volverse aún más accidentado este año”, afirmó Kristalina Georgieva, directora general del Banco Mundial. “A medida que aumenten las dificultades económicas y financieras para los países emergentes y en desarrollo, los avances mundiales en la reducción de la pobreza extrema podrían verse amenazados. Para mantener el impulso, los países deben invertir en las personas, promover el crecimiento y construir sociedades resilientes”.
La recuperación económica en los países exportadores de productos básicos se ha estancado, en tanto que la actividad de los países importadores de dichos productos se está desacelerando. En 2019, el crecimiento per cápita no será suficiente para acortar la brecha de ingresos con las economías avanzadas en aproximadamente el 35 % de las economías de mercados emergentes y en desarrollo, porcentaje que aumentará al 60 % en el caso de los países afectados por la fragilidad, los conflictos y la violencia.
Varios acontecimientos podrían frenar aún más la actividad económica. El aumento de los costos del endeudamiento podría deprimir los flujos de capitales y provocar una ralentización del crecimiento en muchas economías de mercados emergentes y en desarrollo. El incremento de la deuda pública y la deuda privada en el pasado podría acrecentar la vulnerabilidad a los cambios de las condiciones de financiamiento y de la actitud del mercado. La intensificación de las tensiones comerciales podría resultar en un menor crecimiento mundial y perturbar las cadenas de valor interconectadas a nivel mundial.
“Un crecimiento económico sólido es esencial para reducir la pobreza e impulsar la prosperidad compartida”, dijo Ceyla Pazarbasioglu, vicepresidenta de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Grupo Banco Mundial. “Frente a un panorama de la economía mundial menos auspicioso, y para poder enfrentar las actuales incertidumbres y revitalizar el crecimiento, será fundamental fortalecer la planificación para contingencias, facilitar el comercio y mejorar el acceso al financiamiento”.
En los capítulos analíticos del informe se abordan importantes temas de actualidad:
- El sector informal representa alrededor del 70 % del empleo y el 30% del producto interno bruto (PIB) en las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Dado que este sector se asocia con una menor productividad y menores ingresos tributarios, así como con un mayor nivel de pobreza y desigualdad, estas cifras son sintomáticas de oportunidades perdidas. Reducir la carga impositiva y regulatoria, mejorar el acceso al financiamiento, ofrecer una mejor educación y mejores servicios públicos, y fortalecer los marcos de ingresos públicos podría contribuir a igualar las condiciones entre el sector formal y el informal.
- La vulnerabilidad a la deuda en los países de ingreso bajo va en aumento. Si bien el endeudamiento ha permitido a muchos países atender importantes necesidades de desarrollo, la mediana de la relación deuda/PIB de los países de ingreso bajo se ha incrementado y la composición de la deuda se ha orientado hacia fuentes de financiamiento de mayor costo basadas en el mercado. Estas economías deberían enfocarse en movilizar recursos internos, fortalecer las prácticas de gestión de la deuda y de las inversiones, y establecer marcos macro-fiscales más resilientes.
- No hay garantía de que puedan mantenerse las tasas de inflación históricamente bajas y estables en las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Las presiones cíclicas que han mantenido baja la inflación en la última década se están disipando paulatinamente. Los factores a largo plazo que han contribuido a reducir la inflación en los últimos 50 años —el comercio mundial y la integración financiera, y la adopción generalizada de sólidos marcos de política monetaria— pueden perder impulso o revertirse. Mantener baja la inflación mundial puede resultar tan difícil como haber logrado bajarla.
- Las políticas orientadas a atenuar los efectos de las fluctuaciones de los precios mundiales de los alimentos pueden tener consecuencias no deseadas si muchos gobiernos las implementan de manera descoordinada. Las intervenciones gubernamentales pueden brindar un alivio pasajero, pero la adopción generalizada de medidas probablemente exacerbe las escaladas de precios de los alimentos, afectando con más fuerza a los pobres. Por ejemplo, las políticas comerciales aplicadas durante el alza del precio de los alimentos de 2010-11 puede haber representado más de la cuarta parte del incremento del precio mundial del trigo y el maíz. Dicha alza llevó a la pobreza a 8,3 millones de personas (casi el 1 % de la población pobre de todo el mundo).
“Los responsables de formular las políticas tendrán dos prioridades importantes para superar los problemas asociados a la informalidad en las economías en desarrollo: diseñar políticas tributarias y sociales para igualar las condiciones entre el sector formal y el informal, y fortalecer la movilización de ingresos internos y la gestión de la deuda”, dijo el director del Grupo de Análisis de las Perspectivas de Desarrollo del Banco Mundial, Ayhan Kose. “Ante un panorama económico más sombrío, estos esfuerzos se vuelven más importantes aun”.
Perspectivas regionales:
Asia oriental y el Pacífico: Asia oriental y el Pacífico sigue siendo una de las regiones en desarrollo de más rápido crecimiento del mundo. Se prevé que en esta región el crecimiento se modere hasta alcanzar el 6 % en 2019, sobre la base de una estabilización generalizada de los precios de los productos básicos, una moderación de la demanda y el comercio mundiales y un endurecimiento paulatino de las condiciones de financiamiento a nivel mundial. Según las previsiones, en China el crecimiento se desacelerará al 6,2 % este año, mientras continúa el reequilibrio interno y externo. Se anticipa que el crecimiento en el resto de la región llegará al 5,2 % en 2019, a medida que la resiliencia de la demanda compense el impacto negativo de la disminución de las exportaciones. En Indonesia, se espera que el crecimiento se mantenga estable en el 5,2 %. Se prevé que la expansión de la economía tailandesa se desacelerará al 3,8 % en 2019.
Europa y Asia central: Se prevé que los persistentes efectos de la tensión financiera en Turquía incidan en el crecimiento regional este año y lo reduzcan al 2,3 %. En ese país se prevé un debilitamiento de la actividad económica y una desaceleración del crecimiento al 1,6 % debido a la elevada inflación, las altas tasas de interés y la falta de confianza, lo que moderará el consumo y la inversión. Sin incluir a Turquía, se proyecta una desaceleración del crecimiento en la parte occidental de la región. En Polonia, se prevé una desaceleración del crecimiento al 4 % con la ralentización del crecimiento en la zona del euro. Se anticipa un crecimiento más lento en la parte oriental de la región, a medida que se desacelere el crecimiento de las grandes economías, con inclusión de la Federación de Rusia, Kazajstán y Ucrania.
América Latina y el Caribe: Según las proyecciones, esta región crecerá a un ritmo del 1,7 % este año, respaldado principalmente por un repunte del consumo privado. Se prevé que Brasil se expanda un 2,2 %, suponiendo que se introduzcan rápidamente las reformas fiscales, y que la recuperación del consumo y la inversión supere los recortes del gasto público. En México, se prevé que la incertidumbre en materia de políticas y la perspectiva de una inversión aún escasa mantengan el crecimiento en una tasa moderada del 2 %, a pesar de la menor incertidumbre relativa al comercio tras el anuncio del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá. Se pronostica que Argentina se contraerá un 1,7 % a medida que la profunda consolidación de la situación fiscal produzca una pérdida de empleos y una reducción del consumo y la inversión.
Oriente Medio y Norte de África: En esta región se proyecta un aumento del crecimiento al 1,9 % en 2019. Pese a la desaceleración del crecimiento del comercio mundial y al endurecimiento de las condiciones del financiamiento externo, se anticipa que los factores internos —en particular, las reformas de las políticas—impulsarán el crecimiento en la región. Este año se prevé un leve repunte del crecimiento de los países exportadores de petróleo, a medida que los países del Consejo de Cooperación del Golfo en conjunto aceleren su crecimiento, de un 2 % en 2018 al 2,6 % este año. Se prevé una contracción de 3,6 % del crecimiento de Irán en 2019 como consecuencia de las sanciones impuestas a ese país. Se pronostica que en Argelia el crecimiento baje al 2,3 % a medida que vaya disminuyendo el incremento del gasto público del año pasado. Se prevé que en Egipto el crecimiento se acelere hasta alcanzar el 5,6 % en el presente ejercicio, como resultado del apoyo a la inversión a través de reformas dirigidas a fortalecer el clima de negocios y a medida que repunte el consumo privado.
Asia meridional: Se espera que el crecimiento de esta región se acelere al 7,1 % en 2019, sustentado por el aumento de la inversión y un fuerte consumo. Se prevé que en India el crecimiento aumente al 7,3 % en el ejercicio de 2018/19 debido a la persistencia de un fuerte consumo y del crecimiento de la inversión. Se espera que el crecimiento de Bangladesh se desacelere al 7 % en ese mismo ejercicio, con una actividad económica respaldada por un fuerte consumo privado y gasto en infraestructura. Según las proyecciones, el crecimiento en Pakistán se desacelerará al 3,7 % en el ejercicio de 2018/19, y que las condiciones de financiamiento se endurecerán para ayudar a contrarrestar la creciente inflación y las vulnerabilidades externas. Se anticipa que el crecimiento en Sri Lanka se acelerará ligeramente hasta alcanzar el 4 % en 2019, respaldado por una fuerte demanda interna y el impulso de las inversiones relacionadas con proyectos de infraestructura. En Nepal se prevé una moderación del ímpetu generado con posterioridad al terremoto, y el crecimiento debería bajar al 5,9 % en el ejercicio de 2018/19.
África al sur del Sahara: En esta región, se espera que el crecimiento aumente al 3,4 % en 2019, como resultado de la menor incertidumbre en materia de políticas y de una mejora de la inversión en las grandes economías, además de un sólido crecimiento continuado en los países que no son ricos en recursos. En Nigeria se prevé un aumento del crecimiento al 2,2 % en 2019; se supone que la producción de petróleo se recuperará y que una lenta mejora de la demanda privada restringirá el crecimiento del sector industrial no petrolero. Se prevé que Angola crezca un 2,9 % en 2019 como resultado de la recuperación del sector del petróleo a medida que entren en operación nuevos yacimientos petrolíferos y las reformas impulsen el entorno de negocios. Según las proyecciones, el crecimiento de Sudáfrica se acelerará moderadamente a un ritmo de 1,3 %, en medio de restricciones de la demanda interna y un limitado gasto público.