El informe ‘Situación España’ refleja que en el último trimestre se han confirmado las previsiones del servicio de estudios de BBVA para 2019. Así, el crecimiento anual del PIB el año pasado se habría desacelerado hasta el 1,9%, 0,5 puntos porcentuales (pp) menos que en 2018, por los menores vientos de cola y el aumento de la incertidumbre tanto interna como externa. El avance del PIB volverá a ralentizarse en 2020, en 0,3 pp hasta el 1,6%, en línea con el crecimiento observado desde el segundo trimestre de 2019, pero podría recuperar algo de tracción en 2021, hasta situarse en el 1,9%. Esto sería posible gracias a un mejor comportamiento del consumo privado, de la inversión y del sector exportador.
La información disponible del cuarto trimestre de 2019 apunta hacia un ligero aumento, tanto del consumo privado como del público. La inversión podría haber mermado el avance de la demanda doméstica entre octubre y diciembre, pero el aumento del consumo habría compensado el retroceso de la inversión, por lo que la demanda doméstica habría contribuido positivamente el crecimiento del PIB en el cuarto trimestre. Hacia adelante, la mayor parte de los componentes de la demanda doméstica crecerán con menos ímpetu que en los últimos años si bien seguirá explicando la mayor parte del avance del PIB, con una contribución que alcanzará los 1,9 pp en promedio para el bienio 2020-21.
Por lo que se refiere a la demanda externa, tras el estancamiento observado entre julio y septiembre del año pasado, las exportaciones de bienes y servicios ganaron algo de tracción en el cuarto trimestre de 2019, un 0,6 en variación intertrimestral (t/t) y un 2,7% en términos interanuales (a/a), lo que permitiría finalizar 2019 con una expansión media ligeramente inferior a la registrada en 2018 (2,0% frente 2,2%). Asimismo, las importaciones también habrían aumentado en el cuarto trimestre del año (0,4 t/t y 3,7% a/a). Todo ello habría dado lugar a una aportación positiva de la demanda externa neta al crecimiento de la economía española.
Por otra parte, ciertos sectores continúan reflejando de manera negativa la puesta en marcha de cambios regulatorios. Se observa principalmente en las compras de automóviles, en los indicadores relacionados con el sector inmobiliario y en la creación de empleo en aquellas regiones, empresas o colectivos más expuestos al aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), aunque la repercusión del incremento del año pasado sobre el empleo continúa siendo limitado a nivel agregado, en línea con nuestras estimaciones. Adicionalmente, el sector turístico de playa sigue mostrando una debilidad que parece ir más allá de lo que puede explicar la ralentización de la demanda externa. A pesar de lo anterior, parece que el contagio desde estos sectores al resto de la economía permanece acotado.
La incertidumbre asociada al entorno internacional disminuye pero sigue siendo elevada en España
La incertidumbre externa disminuye gracias a una mayor claridad en los temas comerciales. Por un lado, el resultado de las elecciones en Reino Unido parece haber reducido la probabilidad de una salida desordenada de la Unión Europea en el arranque de 2020. Por otro, hay señales de una reducción en la tensión entre las principales áreas económicas, como lo demuestra el tentativo acuerdo que podrían haber alcanzado EE. UU. y China. Estos dos eventos se han visto acompañados de una estabilización en los datos de comercio global y de producción industrial -que ha sido el principal factor de la desaceleración desde mediados de 2018-, de la resistencia del sector servicios, y de una mejora del tono de los mercados financieros, donde los precios de los activos reflejan un mayor apetito por el riesgo.
También se consolida la expectativa de una política fiscal moderadamente más expansiva en la UEM, especialmente en Alemania. Aunque el impulso no parece suficiente para elevar las expectativas de inflación en el conjunto de la Eurozona, permitirá al BCE mantener los tipos de interés en sus niveles actuales, sin necesidad de tomar medidas adicionales. En todo caso, habrá que estar atentos a las tensiones entre EE. UU. e Irán y a sus efectos sobre el precio del petróleo, particularmente importantes en una economía con alta dependencia energética, como la española. En este contexto, las estimaciones de BBVA Research apuntan a que, tras crecer un 3,2% en 2019, la economía global se expandirá un 3,2% en 2020 y un 3,3% en 2021, menos que lo observado en la última década (3,8% en promedio). En este contexto, las estimaciones de BBVA Research apuntan a que, tras crecer un 3,2% en 2019, la economía global se expandirá un 3,2% en 2020 y un 3,3% en 2021, menos que lo observado en la última década (3,8% en promedio).
En el caso de España, la velocidad futura de la recuperación dependerá de las políticas que se implementen durante los próximos meses. La incertidumbre sobre la política económica se mantiene elevada dada la falta de consenso que parece mantenerse sobre temas clave. La jornada de huelga y los distintos episodios de tensión observados en Cataluña durante el mes de octubre parecen haber tenido un impacto negativo sobre la actividad en la economía regional, pero reducido e inferior a lo observado hace dos años. A la espera de que el nuevo Gobierno pueda introducir cambios en ámbitos tan importantes como el mercado laboral o las pensiones y antes de avanzar en una reversión de las reformas implementadas en años anteriores, sería conveniente revisar las distintas evaluaciones que se han hecho sobre los efectos que han tenido las medidas introducidas y mantener aquellos aspectos que han sido valorados positivamente. Este espíritu de evaluación de políticas públicas debería extenderse a todos los ámbitos. A este respecto, un análisis detallado de los costes y beneficios de los cambios recientemente impulsados en el sector de la vivienda o de los incrementos en el Salario Mínimo Interprofesional debería guiar las actuaciones futuras.
Asimismo, la reducción del desequilibrio en las cuentas públicas debería seguir siendo un objetivo prioritario, minimizando el impacto de la consolidación fiscal sobre el crecimiento. En este sentido, es bienvenido el compromiso del nuevo Gobierno con laresponsabilidad fiscal y con la mejora de la eficiencia en el uso de los recursos a través del fortalecimiento de sistemas de evaluación de políticas públicas.
Los retos de la economía española se mantienen vigentes
Entre los retos que la economía española tiene por delante hay que destacar la necesidad de moderar el desempleo y el uso de contratos temporales que son estructuralmente elevados. Asimismo, el envejecimiento de la población tensiona la sostenibilidad del sistema de pensiones en un contexto donde la productividad muestra un estancamiento preocupante. Estos factores apuntan a que a medio plazo la economía española podría exhibir un ritmo de avance menor que el observado durante los últimos años si no se adoptan reformas que impulsen el potencial de crecimiento.
Por lo tanto, es necesario adoptar políticas económicas que incrementen el crecimiento potencial, mediante un entorno favorable para la inversión, la innovación y el empleo con el que afrontar la transformación digital y la transición energética, y reducir el déficit público, el desempleo y la desigualdad.